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Hoy toca una pequeña curiosidad acerca de la muralla que cierra el paso de el Abismo de Helm. Se trata de uno de esos casos en que la intención es hacer algo corto y que termina alargándose más de lo deseado al ir descubriendo nuevos detalles en la red de redes.
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En el legendarium de J. R. R. Tolkien, el Abismo de Helm es un desfiladero que se abre paso entre las Ered Nimrais bajo el Thrihyrne. El Abismo de Helm es el centro defensivo del Folde Oeste de Rohan; éste y El Sagrario son las principales fortalezas y refugios del reino. La descripción de la entrada al Abismo que hace Tolkien el El Señor de los Anillos es la siguiente:
El ejército se desvió del camino que conducía a los Vados del Isen y se dirigió al sur. Cayó la noche y continuaron cabalgando. Las colinas se acercaban, pero ya los altos picos del Thrihyrne se desdibujaban en la oscuridad creciente del cielo. Algunas millas más allá, del otro lado del Folde Oeste, había una hondonada ancha y verde en las montañas, y desde allí un desfiladero se abría paso entre las colinas. Los lugareños lo llamaban el Abismo de Helm, en recuerdo de un héroe de antiguas guerras que había tenido allí su refugio. Cada vez más escarpado y angosto, serpeaba desde el norte y se perdía a la sombra del Thrihyrne, en los riscos poblados de cuervos que se levantaban como torres imponentes a uno y otro lado, impidiendo el paso de la luz.
En la Puerta de Helm, ante la entrada del Abismo, el risco más septentrional se prolongaba en un espolón de roca. Sobre esta estribación se alzaban unos muros de piedra altos y antiguos que circundaban una soberbia torre. Se decía que en los lejanos días de gloria de Gondor los reyes del mar habían edificado aquella fortaleza con la ayuda de gigantes. La llamaban Cuernavilla, porque los ecos de una trompeta que llamaba a la guerra desde la torre resonaban aún en el Abismo, como si unos ejércitos largamente olvidados salieran de nuevo a combatir de las cavernas y bajo las colinas. Aquellos hombres de antaño también habían edificado una muralla, desde Cuernavilla hasta el acantilado más austral, cerrando así la entrada del desfiladero. Abajo se deslizaba la Corriente del Bajo. Serpeaba a los pies de Cuernavilla y fluía luego por una garganta a través de una ancha lengua de tierra verde que descendía en pendiente desde la Puerta hasta el Abismo. De ahí caía en el Valle del Bajo y penetraba en el Valle del Folde Oeste. Allí, en Cuernavilla, a las Puertas de Helm, moraba ahora Erkenbrand, dueño y señor del Folde Oeste, en las fronteras de la Marca. Y cuando el peligro de guerra se hizo más inminente, Erkenbrand, hombre precavido, ordenó reparar las murallas y fortificar la ciudadela.
De la obra de Tolkien, una de las mejores ilustraciones de Alan Lee muestra un momento de la batalla del Abismo de Helm cuando se abre una brecha en la muralla y el ejército de Uruk-Hai puede penetrar en el Abismo y asediar Cuernavilla.
En la Puerta de Helm, ante la entrada del Abismo, el risco más septentrional se prolongaba en un espolón de roca. Sobre esta estribación se alzaban unos muros de piedra altos y antiguos que circundaban una soberbia torre. Se decía que en los lejanos días de gloria de Gondor los reyes del mar habían edificado aquella fortaleza con la ayuda de gigantes. La llamaban Cuernavilla, porque los ecos de una trompeta que llamaba a la guerra desde la torre resonaban aún en el Abismo, como si unos ejércitos largamente olvidados salieran de nuevo a combatir de las cavernas y bajo las colinas. Aquellos hombres de antaño también habían edificado una muralla, desde Cuernavilla hasta el acantilado más austral, cerrando así la entrada del desfiladero. Abajo se deslizaba la Corriente del Bajo. Serpeaba a los pies de Cuernavilla y fluía luego por una garganta a través de una ancha lengua de tierra verde que descendía en pendiente desde la Puerta hasta el Abismo. De ahí caía en el Valle del Bajo y penetraba en el Valle del Folde Oeste. Allí, en Cuernavilla, a las Puertas de Helm, moraba ahora Erkenbrand, dueño y señor del Folde Oeste, en las fronteras de la Marca. Y cuando el peligro de guerra se hizo más inminente, Erkenbrand, hombre precavido, ordenó reparar las murallas y fortificar la ciudadela.
El Abismo de Helm, capítulo 7 de "Las Dos Torres"
Libro Tercero de El Señor de los Anillos
J. R. R. Tolkien
De la obra de Tolkien, una de las mejores ilustraciones de Alan Lee muestra un momento de la batalla del Abismo de Helm cuando se abre una brecha en la muralla y el ejército de Uruk-Hai puede penetrar en el Abismo y asediar Cuernavilla.
Hay una diferencia entre este muro y el que se puede ver en la versión cinematográfica de la novela de Tolkien.
El director de Las Dos Torres (2002), Peter Jackson menciona en una entrevista que la ilustración de Alan Lee era el punto de referencia a la hora de diseñar la forteleza y el muro que cierra el Abismo de Helm en su película (no debemos olvidar que Alan Lee participó muy activamente en el diseño conceptual de la película de Jackson). Pues bien, el propio Peter Jackson menciona que el muro en la ilustración tiene su parte central (la "panza") hacia fuera, mientras que en la película optaron por que tuviera la parte central hacia dentro. Esto se hizo así por sugerencia del otro diseñador conceptual del film, el no menos importante John Howe, que sugirió que un muro dispuesto de esta manera era, desde el punto de vista de la extrategia militar, más efectivo para la defensa ya que los arqueros podían así tener más a tiro cualquier punto por delante del muro.
Alan Lee aceptó la sugerencia y en los extras de la versión extendida de Las Dos Torres aparece un dibujo suyo con una "vista aérea" de Cuernavilla y la muralla del Abismo de Helm tal como aparece en la película.
De la última ilustración anterior de Alan Lee existe una versión que incluye a Gandalf sobre los lomos de Gwaihir sobrevolando el Abismo de Helm. Es una escena no tenida en cuenta desde los primeros días de desarrollo de los guiones de las películas y, por consiguiente, sólo forma parte del arte conceptual de Alan Lee.
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Si el lector está interesado en esta última ilustración, circula por tiendas en Internet una edición limitada de la misma (un giclée) firmada por Alan Lee, así como por Ian McKellen (intérprete de Gandalf) y Richard Taylor (creador de y director de la empresa neozelandesa de efectos especiales Weta Workshop).
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