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Entrada sin spoilers
Omoide no Mânî (When Marnie Was There - 2014) es el segundo largometraje de Hiromasa Yonebayashi, un director asociado por ahora al estudio Ghibli en el que lleva trabajando como animador desde Mononoke Hime (1997). Desde esta mítica película, obra maestra de Hayao Miyazaki, Yonebayashi ha participado en los principales títulos del estudio, en muchos de ellos como "key animator" que va más lejos de un simple animador ya que asume toda la responsabilidad de las escenas que tiene asignadas.
En el año 2010 Yonebayashi asume la máxima responsabilidad e inicia, bajo el amparo del estudio, su carrera como director con Karigurashi no Arietti (Arrietty y el mundo de los diminutos). El resultado fue más que notable, una película muy estimable amparada en un trabajo técnico impecable que viene dado por el "sello Ghibli". Y hablar de Ghibli implica calidad. Cuatro años despues Yonebayashi se confirma, se supera, y nos regala Omoide no Mânî. Una película que se separa del sentido aventurero de su primer film para adentrarse en la dificil tarea de narrar los sentimientos humanos a traves de la animación. Y el resultado es muy satisfactorio, notable, en la buena dirección para intentar acercarse a las obras maestras de los fundadores del estudio. Es muy difícil llegar al nivel de Kaze tachinu (El viento se levanta, 2013) el último film de Miyazaki o la obra maestra que es Kaguya Hime (2013) de Isao Takahata, pero es de esperar, más bien desear, que Toshio Suzuki continúe su labor en el estudio Ghibli para amparar nuevos trabajos. Curiosamente Yonegayashi con Omoide no Mânî y Goro Miyazaki con Kokuriko-zaka kara (La colina de las amapolas) han conseguido superarse respecto de sus primeras películas y nos han ofrecido productos que están muy por encima en su género que muchas producciones, y no me refiero solo al anime sino a productos norteamericanos (léase aquí Disney, y Pixar últimamente), llenos de convencionalismos infantiloides, tendenciosidad hacia el "buenismo", guiños para mayores, prisas y demasiados gritos.
Centrándonos ya en Omoide no Mânî decir de entrada que es todo un placer disfrutar de una historia contada con pausa, con el ritmo necesario muy del gusto y del proceder japonés. Ciertamente suele ser este precisamente uno de los inconvenientes que muchos achacan a este cine, pero yo lo disfruto intensamente. Porque, aunque la historia que se cuenta en la película sea en realidad muy sencilla y juvenil, no en vano está basada en una novela para adolescentes de 1967 escrita por Joan G. Robinson, el empaque de la misma llega mucho mucho más lejos, porque hay tiempo para contemplar las escenas, porque la calidad de los escenarios dibujados, naturales o de interiores, es simplemente espectacular, porque es fascinante cómo se retrata el mundo rural japonés. En este último sentido la película pisa sobre terreno muy firme, no en vano muchas películas del estudio Ghibli han pasado por aquí y es imposible, viendo esta película, no recordar la grandísima obra maestra de Takahata Omohide Poro Poro (Recuerdos del ayer, 1991).
En cualquier caso, la fascinación o la reverencia que tienen muchos creadores japoneses por el mundo rural japonés, el huir de la tecnología y los convecionalismos modernos para adentrarse en el último reducto de la tranquilidad, la tradición y del amor por la naturaleza es digno de reflexión. Sólamente dentro del anime, a bote pronto y de los últimos años, puedo citar con facilidad títulos importantes como Momo e no Tegami (Una carta para Momo, 2011) de Hiroyuki Okiura, o las dos últimas películas de Mamoru Hosoda, Samâ Wôzu (Summer Wars, 2009) y Ôkami Kodomo no Ame to Yuki (Los niños lobo, 2012).
Pero,.... algún pero debe haber. Y lo hay. El último tercio de la película me parece algo precipitado. Una película que te va envolviendo poco a poco en la historia de Anna, una niña muy introvertida que tiene que luchar contra ese deseo de encerrarse en sí misma, de vencer las dificultades que tiene de manifestarse espontáneamente, de comprender por qué es así, que viaja a una zona costera donde conoce a Marnie, otra chica con su propio secreto... y todo va bien contado, pero al final la narración de la relación con Marnie se torna algo precipitada. A la película le faltan 15 minutos que particularmente estaría encantado de ver. Por otra parte, aunque la música no está nada mal, tampoco es que se quede en la memoria. Particularmente también me molesta que el tema principal que aparece en los créditos finales esté cantado en inglés, una nimiedad en cualquier caso.
Finalmente mencionar una curiosidad sobre la animación de los personajes. En general todos los movimientos de los personajes me resultan muy realistas (Anna tiene dos o tres caídas que casi me resultan dolorosas de ver), como no podía ser menos siendo una producción tan cuidada. Sin embargo, el sello del propio Yonebayashi se puede detectar respecto de otras animaciones del estudio pues Yonebayashi también ha trabajado como animador fuera de Ghibli. No me negarán, aunque sea vagamente, la sensación de déjà vu al contemplar el semblante y los gestos de los personajes con alguno de los personajes de Jin-Rô (Jin-Roh: The Wolf Brigade, 1998) de Hiroyuki Okiura donde Yonebayashi trabajó de animador. Y no me negarán, más claramente, la coincidencia del semblante y los gestos de Marnie y de los personajes que habitan la casa del pantano con algunos de los personajes de la serie Monster (2004) de Masayuki Kojima donde Yonebayashi también fue "key animator".
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