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Star Wars: Los últimos Jedi (2017)
Dir: Rian Johnson
Dir: Rian Johnson
La importancia de “La Guerra de las Galaxias” en aquellas personas que
pudimos ver la trilogía original sin que ninguna otra cosa sobre este
universo existiera, al menos en mi caso, radicaba en el disfrute de lo
que es pura aventura espacial fantástica, que es la esencia del
subgénero de space opera. El pilar principal que hacía la trilogía
original algo digno de recordar era la concepción artística de todo el
universo, algo que no se había visto nunca antes de esta manera. Algo
había mostrado ya Kubrick pero su cine no era precisamente adecuado para
las edades de entonces, también en “Naves misteriosas” (1972) se había
visto algo, pero sin punto de comparación posible. En La Guerra de las
Galaxias la maestría y la inspiración a la hora de mostrar los mundos,
el espacio y las batallas espaciales, las naves imperiales, …, por muy
clásica que fuera la historia que te estuvieran contando, visualmente
todo te tenía tan alucinado que consiguió sembrar la iniciática afición
juvenil por la ciencia ficción de aquellos años ochenta que marcó, y
mucho, las preferencias literarias y cinematográficas a lo largo de los
años.
Luego vino el desarrollo de todo este universo en novelas,
comics, juegos, etc… Para cuando lo que en España llamábamos La guerra
de las Galaxias empezó a generalizarse como Star Wars el universo
creado alrededor de la trilogía se había hecho tan amplio y excesivo,
tan inabarcable para mí que finalmente solo me quedé con la trilogía de
películas, que siempre estaba y está ahí, en un altar. En 1999 George
Lucas tomó su historia y la expandió cinematográficamente hacia atrás en
el tiempo en una nueva trilogía. Cometió muchas torpezas a decir de
muchos de sus aficionados y ciertamente así fue, pero Lucas es el dueño
de su criatura y ésa fue su idea. Pues con todas las torpezas de la
trilogía de episodios I al III, por muy denostada que haya sido, al
final va a resultar ser mejor que la nueva carrera que ha tomado Star
Wars dentro del ámbito Disney. Principalmente porque Lucas nos cuenta
algo nuevo, que puede resultar más o menos interesante, pero no repite,
que es lo que está pasando con los episodios VII y VIII. En su línea
principal, la numerada por episodios, Star Wars está tomando una
vocación de repetitiva novela-folletín sin final.
Hay que tener
en cuenta que la sorpresa visual ya se ha acabado, ya estamos muy
acostumbrados a ver naves espaciales, alienígenas, batallas y
explosiones. Desde luego que hoy se hace todo mucho mejor y visualmente
es espléndido, no se puede negar, pero todo está ya visto y asimilado,
resulta normal y no hay sorpresa por culpa de la costumbre. Incluso dudo
mucho que un acercamiento juvenil de hoy día a la parte visual de este
universo cause la sorpresa y admiración que causó la primera trilogía en
los años ochenta. Y como los escenarios y las naves son como parte de
nuestra casa, lo que queda de Star Wars es la historia, ver si lo que se
cuenta interesa. Y no lo hace o no lo está consiguiendo.
La
historia que se está contando en los episodios VII y VIII, aparte de muy
poco original, está dando bandazos como si no supiera exactamente por
dónde tiene que ir, como si estuviera encontrando un camino, cosa que no
creo que realmente ocurra para un producto tan costoso que, supongo,
tendrá bien perfiladas las líneas generales de la historia. El caso es
que los paralelismos del episodio VII con la película original son
irrebatibles, la película debía subtitularse “el despertar de una nueva
esperanza de la fuerza”. Los paralelismos del episodio VIII con El
Imperio Contraataca y El Retorno del Jedi son más sutiles, pero los
tiene. Vale, todo esto se puede entender si se hace bien, pero no todo
vale para montar la historia. Cuando en las películas, más o menos, se
han venido estableciendo unas reglas que rigen en este universo, no te
las puedes saltar como te salga de las narices, que luego esto necesita
de todo un nuevo departamento de continuidad para cuadrar a posteriori
lo que aquí ocurre. Sobre todo en el tema de hacer cosas a distancias de
años luz, o los muy efectivos cursillos Jedi de dos horas, o todo lo
relativo al uso de la Fuerza, que parece que va y viene en intensidad
según qué es lo que el usuario necesita hacer en ese momento, porque sí,
porque las cosas pasan porque sí, que ahora tengo “full-power” y soy
capaz de acabar con lo que se ponga por delante y dos minutos después
tengo el “power” muy bajo y un soldado que pasa por allí casi me mata.
En cualquier caso, es todo lo que ocurre entre Luke, Kylo Ren y Rey lo
que tiene un mínimo interés en la película. El resto pues ni fu ni fa y
mucho correr, más de lo mismo. Los altos mandos del imperio y las
fuerzas imperiales en general no es que hayan sido muy lumbreras desde
siempre, pero es que estos de la Primera Orden son directamente de
chichinabo cuando no una caricatura, véase aquí al general Hux. Del
personaje de Phasma mejor ni hablar, no he visto personaje peor
aprovechado, y menos aún debemos hablara del puro momento Disney que
tiene Leia cuando la película no lleva ni un tercio de su recorrido.
Irrisorio, mejor olvidarlo.
Debemos ser conscientes de que el
gran negocio montado con Star Wars no puede acabar y que la productora
está encontrando nuevo público al que ofrece nuevos protagonistas que
son los llamados a mantener el producto en el futuro. Lo que ocurre es
que la historia que cuenta y, sobre todo, los manidos recursos que
utiliza para contarla, la poca originalidad y la poca profundidad que
tiene ya no me interesa. Seguramente es cosa de la edad, pero por eso yo
me apeo aquí y de la película me quedo con los momentos nostálgicos que
tiene, que no son otros que los encuentros de los personajes de la
trilogía original, Luke en el Halcón Milenario, con RD, Luke y Leia y
algún importante personaje más. Es el adiós a La Guerra de las Galaxias
que vimos nacer y el nacimiento de la nueva Star Wars…, para el que la
quiera seguir.
Bueno....., todo el mundo sabe que tal afirmación
es mentira y que finalmente acudiremos religiosamente al episodio IX
aunque sea con muy pocas expectativas de encontrar algo mínimamente
interesante. A Disney esto no le importa, le importa que saques el
ticket y pagues. Incluso sabe la productora que muchos pasarán por caja
dos o tres veces, un negocio redondo. Al menos “Rogue One” sí que fue
una grata sorpresa, no para tirar cohetes pero bastante superior, en mi
opinión, al camino que está siguiendo la línea principal de episodios de
Star Wars. Y el negocio sigue, la película por estrenar sobre Han Solo
será la siguiente. Cuando una película nace deslavazada, cuando ha
pasado por varias manos y se monta y remonta, a veces, es cuando mejor
resultado queda al final. Hay muchos ejemplos de ello y “Solo: a Star
Wars Story” pudiera ser uno. O no, que también hay muchos ejemplos en el
sentido contrario, ya veremos.
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Recuerda,
amigo lector, que esta reseña está basada única y exclusivamente en
mi opinión y gusto personal que puede, o no, coincidir con la del resto
de los mortales.
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